Cuando estudiaba Teoría de la Información me explicaron con claridad los elementos básicos para poder hacer pública una información. Eran los siguientes.
Un emisor que lanza un mensaje a un receptor
Simplificando, podemos decir que en este artículo yo sería la emisora, el mensaje sería el artículo en sí, y el receptor aquel que lo lea.
Por supuesto estos tres elementos necesitan además un código que tanto emisor como receptor comprendan; esto sería fundamentalmente un lenguaje conocido por ambas partes.
Además, si queremos ampliar, para enviar un mensaje también es necesario un canal que nos permita dicho envío y recepción. Este canal puede ser el aire, un ordenador, un teléfono, un papel, etc., etc.
Hasta ahí todo parece fácil de entender y de practicar. Pero ¿qué ocurre cuando además de lanzar una información deseamos establecer una comunicación?
Si en el esquema básico anterior colocamos una flecha que va del emisor al mensaje y del mensaje al receptor, tenemos una información unidireccional. Pero ¿qué sucede cuando el receptor a su vez decide contestar con un mensaje al emisor primario? Está claro que el receptor pasa a ser emisor, y el emisor se convierte en receptor. Y es ahí cuando se establece la verdadera comunicación.
Ese constante flujo de información de un lado al otro, con el consiguiente cambio de papeles entre emisor y receptor recibe el nombre de feedback, o lo que es lo mismo retroalimentación. ¿Qué significa esto? Pues básicamente que una información recibida, compartida y respondida añade una riqueza porque nos alimenta a todos, aumentando así el conocimiento.
Cada vez observo con más estupor que, aunque vivimos en la época de la comunicación, parece más bien emplearse la básica y pobre información. Mensajes recibidos vía móvil, especialmente, suelen no ser contestados; correos electrónicos corren la misma suerte. Diríase que los emisores sólo quieren escucharse a sí mismos pero no establecer comunicación, y eso a mí personalmente me apena. ¿Es que nadie está dispuesto a abrir los oídos a lo que el otro quiere decir, y luego utilizar la palabra para contestar? ¡Pues parece que no!
