viernes, 23 de diciembre de 2016

Espíritu y Verdad

Llegados a la Navidad, como siempre he hecho con mis blogs, me tomo un tiempo de vacaciones, por lo que aprovecho para felicitar a todos estas Fiestas Navideñas y desearos un muy pero que muy Feliz Año Nuevo.

Y aprovechando el tiempo en el que vamos a adentrarnos, me gustaría entresacar un texto de los Evangelios en el que Jesús nos habla de la importancia de dirigirse al Padre más que con la forma externa de practicar unos ritos o visitar ciertos lugares, lo hagamos desde el corazón y el espíritu. Es un texto que desde mucho tiempo atrás ha significado -y sigue haciéndolo- mucho para mí.

Para poneros en situación, hay que decir que es una parte del diálogo mantenido entre Jesús y una mujer samaritana, por tanto seguidora de unos ritos distintos a los de Jesús.  Aquí tenéis el texto tal y como nos lo relata el apostol San Juan:


 —Señor, veo que tú eres un profeta —le dijo la mujer—. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís que el lugar donde se debe adorar está en Jerusalén.
Le respondió Jesús: 

—Créeme, mujer, llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación procede de los judíos. Pero llega la hora, y es ésta, en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque así son los adoradores que el Padre busca. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.

Jn 4, 19-24

¡Feliz Navidad!