jueves, 6 de abril de 2017

En torno a Jesús

Sobre Jesús se ha escrito y se ha discutido muchísimo a lo largo de los siglos. Incluso se ha pretendido que tal figura ni siquiera existió y que se trata tan sólo de una leyenda; aunque los historiadores más prestigiosos -como puede ser Antonio Piñero, quien a sí mismo se declara no creyente y agnóstico- coinciden en admitir como más fiable su existencia que su inexistencia.

Aunque no soy ni historiadora ni teóloga, me voy a permitir  reseñar aquello que yo pienso de la figura de Jesús; o por lo menos, algo de lo que yo pienso y siento sobre ella.

En primer, lugar para mí Jesús ha sido un referente al que he acudido en múltiples ocasiones. Francamente, es alguien que siento muy cercano; con el que puedo dialogar sin miedo, con quien he aprendido el don de la sinceridad porque sé que siempre se muestra comprensivo. A veces lo percibo como amigo, otras como hermano y otras, incluso, como padre, y siempre como maestro. Sé, porque ése ha sido su mensaje, que el Padre es el Hacedor de todos, pero a Él también me dirijo desde la disposición de hija.

¿Cuál ha sido el mensaje de Jesús? Sin duda el del Amor. El amor conduce a la compasión, y también a la clarificación aunque duela, pero no al castigo. Jesús no calló sus ideas aunque en determinados momentos resultaran duras; pero estoy absolutamente convencida de que siempre amó. Que recriminara a muchos, no quiere decir, en absoluto, que no los amara. No puedo percibir nunca ira en los ojos de Jesús, sino una enorme e infinita dosis de amor y, por tanto, de comprensión.

¿Para qué vino Jesús a la Tierra? Yo creo que para muchas cosas, pero todas con un mismo fundamento: el Amor. En los Evangelios parece claro que Jesús vino a revelar la existencia real del Padre Creador, y a hacernos comprender Su amor y la relación que siempre podemos entablar con Él. Y ese mensaje es la Buena Nueva; no una de castigos sino de crecimiento, de toma de conciencia para la mejora, de confianza plena en el Padre y en el poder del Amor. Pero, claro, algo tan sencillo para la mente humana nos cuesta inmensamente admitirla como verdad indiscutible y es  entonces cuando nos buscamos múltiples excusas para no aceptar ese amor, porque una de las luchas del ser humano a lo largo de la historia ha sido precisamente ésa, la incapacidad de admitir que somos Amor. ¿Llegará pronto el día en que consigamos admitirlo? ¡Así sea!